OST

martes, 27 de julio de 2010


La banda sonora de esta ciudad es una canción de Björk desquiciada. En ella se juntan las incansables bocinas de los taxis suicidas, el ruido de los coches brincando sobre las placas de metal que esconden los baches del maltrecho asfalto de la jungla de cristal y la melodía agonizante de la Lambada proveniente de un carrito de los helados. Es también el constante run- run de los aires acondicionados que salvan a los neoyorquinos de una más que segura muerte por asfixia. 
A menos que no se sea fan incondicional de la mujer de ojos rasgados a veces vale la pena abandonar durante unas horas el paraíso de los rascacielos para recuperar el significado del silencio. Aunque se tengan que hacer tres horas de camino en tren y un viaje con un taxista de obtusa visión americanocéntrica del mundo. 

PD: Y ahora venid todos los fans de Björk y quemarme con el fuego de vuestra furia...

Experiencias extremas con la gastronomía estadounidense (I)

lunes, 5 de julio de 2010

El 4 de julio, Indepedence Day, llegó y se fue con más pena que gloria. Las altas temperaturas frustraron los planes de disfrutar del concierto de She & Him en Governor’s Island y sólo pudimos empezar a respirar con tranquilidad con la caída de la noche y los fuegos artificiales que cada año hace el omnipresente centro comercial Macy’s.

El lugar elegido para disfrutar de los fuegos, considerado el mayor espectáculo pirotécnico del país, fue Hoboken, en Nueva Jersey, desde donde se tiene una de las vistas más espectaculares del Skyline de Nueva York. Paseándome por los  chiringuitos encontré una de las delicatesen culinarias más estrambóticas de la siempre surrealista gastronomía estadounidense: las fried Oreos.

Esta maravillosa guarrería consiste en rebozar las ultraconocidas galletas Oreos, el segundo producto alimentario más vendido del mundo,  con el menjunje usado para hacer pancakes (otra grandiosa aportación de Estados Unidos a mi dieta de los fines de semana). Una vez rebozaditas, se fríen y las espolvoreas con azúcar glassé. El resultado es un maravilloso buñuelo, con un sabor a medio camino de la galleta Oreo y los tipical spanish churros.

Y sí, me zampé unas fried oreos y luego un estupendo sirloin steak en un mítico Steak house con sus manteles de cuadritos rojos y blancos. 

Aquí os dejo un vídeo que explica como las fried Oreos para que expandáis por el mundo la buenanueva de su existencia.