IT is a truth universally acknowledged that...

jueves, 21 de enero de 2010

 en Manhattan no eres nadie si no tienes

a) Un Iphone ( o una Blackberry en su defecto)
b)Unas botas de la marca australiana UGG llenas de pelo sospechoso para calentarte los pies
c)un termo para llevar tu café aguado cuando coges el train para ir a trabajar

como yo

tengo el movil Nokia más barato que encontré,
llevo las botas Diesel que me compré cuando me fui de Séneca a Salamanca ( hace "sólo" cuatro años)
y tengo un termo heredado del becario anterior que aún no me atrevo a sacar de paseo

presupongo que, todavía, no soy nadie en esta ciudad.

Las dos semanas que llevo en este país y la consecuente observación antropológica me han llevado a la inefable conclusión que tendría que haber vivido antes aquí. Exactamente en mi años adolescentes cuando, literalmente, me convertí en una máquina de engullir comida.Estoy convencida que si hubiera pisado suelo americano en ese momento se me habrían pasado de golpe las ganas de comer. Las cantidades ingentes de diversos tipos de alimentos que encuentras en cada esquina se te atragantan sin necesidad de ser ingeridos.
Mi (malsana) adoración por el Burguer king está dando paso a una especial querencia por las ensaladas que seguro que haría caer las lágrimas de emoción a mi madre que tantas batallas libró para que reconociera las bondades de la comida sana.

Sin embargo no todos los clichés que traje en la maleta sobre la cultura americana me parecen ahora abominables. Sigo adorando sus galas de premios de cine y comentar la red carpet y los discursos (aunque ahora no lo pueda hacer con M al lado preparándome una taza de café para que tenga un ataque de histeria en los últimos diez minutos de los Oscars). Por ese motivo, por mantenerme fiel a mi misma, el sábado pasado me dediqué a ver la gala de los Globos de Oro. Lancé un rebufo cuando ganó Sandra Bullock, me horrorizó la cara apergaminada de Sir Paul McCartney, me indigné cuando volvió a ganar Mad Men y adoré a Robert Downey Jr ( como lo he hecho desde que tengo uso de razón).

No sentí una especial emoción por verlos en directo, sentí alivio porque al día siguiente no tendría las legañas pegadas a los ojos ( aunque seguiría luciendo mis sempiternas ojeras) y sentí que todo era, extrañamente, familiar. So, you know, USA rules the world.  


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