Is a long way just for a mat

martes, 29 de junio de 2010

Uno de los pasatiempos favoritos de los neoyorquinos es hacer colas. En menos de lo que canta un gallo te montan “lines” perfectas para conseguir cualquier cosa a un precio indecentemente bajo para esta ciudad. Así puedes ver largas esperas para  participar en un sorteo de entradas para el musical “In The Heights”  o subir a un bus que te lleva a Washington por un precio ridículo y que llega con evidente retraso.  Contrariamente a lo que pasaría en Barcelona, la gente difícilmente se exalta o se pone brabucona con los responsables de estas interminables esperas.

En los últimos meses  me he dejado seducir por los cantos de sirenas de las esperas eternas y he tenido mis dos raciones de “new yorker line” con resultados dispares. La llegada del verano es sinónimo de cultura gratis en esta ciudad pero como bien dice el refrán “quien algo quiere, algo le cuesta”. Uno de los eventos imprescindibles de la temporada es el Shakespeare in the Park, un festival  de teatro en el Central Park dedicado al autor inglés. Cada año se representa durante dos meses al menos una de sus obras que suelen contar con la presencia del algún actor hollywodiense. Este año el elegido fue Al Pacino, quien participa en el “Mercader de Venecia” interpretando al judío Shylock, papel que ya hizo en la adaptación cinematográfica del clásico. Ni que decir que me volví loca a leerlo y ni las críticas a la película por parte de mi hermano mediante emails acosadores me detuvieron de participar  en la cola quilométrica que me llevaría a ver a uno de los grandes de la actuación.

Tras tres horas de cola, conseguí mi preciada entrada más casi una decena más para mis amigos que se fueron uniendo a mí a la cola ante las cejas arqueadas de bondadosos neoyorquinos en cuyos diccionarios no existe la palabra “colarse”. Pensaréis que se ha de tener una vida muy triste para perder tres horas de una mañana de sábado sentada en el suelo del Harlem Stage. Sólo os diré que yo acudí a la fila alternativa, que cambia de barrio cada fin de semana y donde te dan unos vouchers que luego se convierten en entradas. Otros seres más comprometidos con la causa decidieron plantificarse en Central Park una noche entera (hubo gente que estaba ahí a las nueve de la noche del viernes) para conseguir ver a Al Pacino encima del escenario.

Mi segunda experiencia íntima con las colas neoyorquinas fue mucho más decepcionante. Desde mi llegada a la Gran Manzana he intentado retomar el yoga pero las fuerzas de la naturaleza se han unido para impedirme entrar en el nirvana por medio de estiramientos imposibles. Con lo molones que son esta gente, en verano los tienes a todos haciendo yoga en plan comunidad del anillo en cualquier parque de la ciudad. La semana pasada se anunció una gran clase multitudinaria, o sea algo como la “digitransformación” de  comunidad del anillo a secta del buenrollismo, en Central Park (aunque parezca mentira no todo pasa ahí). Se trataba de conseguir el record de 10.000 personas haciendo yoga.

Después de rellenar la solicitud e  imprimir el boleto me planté en parque para encontrarme una cola que se extendía casi tres manzanas. En nombre del equilibrio emocional y los remordimientos por haberme convertido en una especie de babosa que sólo se mueve de la silla de la oficina a su sillón de pensar decidí aguantar hasta perder toda esperanza. Casi dos horas y un perrito caliente después  seguíamos esperando y nos rendimos a la evidencia que nunca podríamos saludar al sol desde los verdes prados de Central Park ni tener nuestra mat (colchoneta) azul cortesía de la compañía aérea Jet Blue. Nuestras miradas lastimosas se cruzaron con la de otra pobre resistente que tras un largo suspiró afirmó: “ Is a long way just for a mat”.  
Tal y como había anunciado el forecast (ese gran amigo de cualquier new yorker de pro) la tormenta de New Jersey se aproximaba a la ciudad. A pesar de empezar a caer algo similar al diluvio universal los miles de neoyorquinos que esperaban pacientemente se resistían a abandonar el parque puesto que aún no habían conseguido su maravillosa “mat” gratis.

2 comentarios:

Àlex Cubero dijo...

bah! yo solo haría tres horas de cola para ver a Jim Carrey o a Mike Myers haciendo de Romeo. God bless mis gustos cinematográficos, sí

29 de junio de 2010, 21:48
Antang dijo...

¡Quien pudiera estar haciendo cola en la Gran Manzana! Suena bien.

1 de julio de 2010, 2:55

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